A propósito de conmemorar el 17 de septiembre día internacional de la seguridad del paciente
Ricardo Elias Melgen
Los primeros escritos médicos, leyes o normas establecidas para procurar una atención más segura de los enfermos data del periodo comprendido entre 1810-1750 a.c. con el Código de Hammurabi; Hipócrates (460-370 a.c) planteó que el acto médico no debe causar daño al paciente “Primum Non Nocere”.
Codman (1916) cirujano y padre de la calidad asistencial, publica sus postulados sobre la gestión de la calidad en los hospitales, indicando que se deben hacer públicos los resultados, tanto los positivos como los negativos, para impulsar estudios que lleven a mejoras en los diagnósticos y tratamientos; y que además, era importante comparar los resultados con los de otros hospitales, estableciendo estándares de calidad.
Para el año 1964, E. M. Schimmel, gastroenterólogo y profesor del Departamento de Medicina Interna de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, publicó un artículo titulado “Los peligros de la hospitalización” donde se alertaba sobre los daños por iatrogenia que sufrían los pacientes admitidos en un hospital que auditó y concluyó que el 20% de los pacientes admitidos presentaban lesiones de esta naturaleza, y que los daños graves correspondían a una quinta parte del total.
Como consecuencia del auge de estudios significativos y bien diseñados sobre los eventos adversos y su impacto en los hospitales, en el año 1999, el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (IOM) publicó el informe “Errar es humano: la construcción de un sistema de salud más seguro”. Las conclusiones de este informe sacudieron la opinión pública y obligaron a los líderes políticos y administrativos a considerar “la seguridad de los pacientes” como un principio fundamental en el proceso de la atención sanitaria. Las asociaciones de pacientes también reaccionaron exigiendo mejores controles tanto en EE.UU. como en otras naciones del primer mundo.
Este informe reportó que “98,000 personas mueren en un año dado por errores médicos que ocurren en los hospitales. Eso es más que morir por accidentes automovilísticos, cáncer de seno o SIDA, tres causas que reciben mucha más atención pública. De hecho, más personas mueren anualmente por errores de medicación que por lesiones en el lugar de trabajo. Agregue el costo financiero a la tragedia humana, y el error médico se eleva fácilmente a las primeras filas de problemas públicos urgentes y generalizados. El número de muertes de pacientes internados (en hospitales de EEUU) causadas por errores en la atención se asemeja a la caída de un avión Jumbo por semana”.
En el año 2002, la Organización Mundial de la Salud en la 55ª Asamblea Mundial de la Salud, propone desarrollar estrategias conjuntas para mejorar las deficiencias en la atención de la salud y en el 2004, en la 57ª Asamblea Mundial de la Salud, se propició la fundación de la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente; en el 2005, se creó esa Alianza y lanzó el Primer Reto Global de Atención Segura OPS-OMS titulado “Atención Limpia es una atención segura”, que es el punto de partida para el desarrollo de la “seguridad del paciente”; el segundo Reto Global: “Cirugía segura” y el Tercer Reto Global: “Medicación sin daños”.
En el año 2007, en América Latina, se realizó el estudio IBEAS (prevalencia de efectos adversos en hospitales de Latinoamérica), incluyó 11,379 pacientes de 58 hospitales de cinco países: Argentina, Colombia, Costa Rica, México y Perú; fue un proyecto desarrollado en conjunto con la OMS y la OPS y que por su magnitud y calidad de diseño, se constituyó como referente en las publicaciones sobre seguridad del paciente y eventos adversos, encontrando que la tasa de eventos adversos documentada fue de 10,5%, un 60% de estas evitables.
La seguridad en la atención médica es una condición previa para la realización de cualquier actividad clínica; la OMS la define como la ausencia de un daño innecesario real o potencial asociado a la atención sanitaria; es un conjunto de elementos estructurales, procesos, instrumentos y metodologías basadas en evidencias científicamente probadas que propenden a minimizar el riesgo de sufrir un evento adverso en el proceso de atención de la salud o de mitigar sus consecuencias e implica la evaluación permanente de los riesgos asociados a la atención en salud para diseñar e implantar las barreras de seguridad necesarias.
Se estima que uno de cada 10 pacientes sufre algún daño o evento adverso al recibir atención sanitaria en hospitales bien financiados y tecnológicamente adelantados, y 4 de cada 10 pacientes sufren daños en la atención primaria y ambulatoria.
Un evento adverso es todo incidente imprevisto e inesperado como consecuencia de la atención hospitalaria que produce la muerte, una discapacidad, la prolongación o estancia, o el reingreso subsecuente: Errores en medicación, Diagnósticos incorrectos o tardíos, Infecciones nosocomiales, Complicaciones quirúrgicas, Exposición a radiación con fines médicos, Etc.
− Una enfermera administra a un paciente una dosis 4 veces superior a la indicada de metrotrexate. El paciente falleció.
− Una paciente con fractura de cadera es intervenida de la cadera opuesta. Posteriormente es reintervenida de la cadera fracturada.
− Un paciente recibe una dosis de insulina 10 veces superior a la indicada. El paciente entra en shock, las maniobras de resucitación consiguen que sobreviva pero con graves secuelas cerebrales.
Los eventos adversos son probablemente una de las 10 causas principales de muerte y discapacidad en el mundo y representan el 15% del gasto y de las actividades hospitalarias; cerca del 50% de los eventos adversos son previsibles.
Al hablar de seguridad del paciente, se habla de algunas de las siguientes estrategias:
− Identificación correcta del paciente
− Mejorar comunicación efectiva y relación médico – paciente
− Mejorar la seguridad en la administración de medicamentos (los 5 correctos)
− Cirugía segura en el lugar correcto y al paciente correcto
− Reducir el riesgo de infecciones asociada con la atención en salud (lavado de manos)
− Minimizar el riesgo de daños por caídas
− Prevenir ulceras de presión
Antes de concluir, debemos agregar, que la seguridad del paciente es un atributo básico de la calidad asistencial y un requisito fundamental de todo servicio sanitario; debe ser percibida como un asunto médico gerencial, pero también ético, y no solo por el principio de no maleficencia, sino también porque como se plantea en la política nacional de calidad en salud del Ministerio de Salud de la República Dominicana, los servicios de salud centran sus actuaciones en el usuario, adoptando un enfoque de derechos, de respeto y autonomía; teniendo en cuenta la satisfacción de sus necesidades y expectativas.
Organización Dominicana especializada en ética de la investigación e integridad científica.
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