Con frecuencia se escuchan voces que dialogan sobre el renovado interés por la investigación cientifica en la República Dominicana. Muchas veces el diálogo viene motivado por las publicaciones de rankings internacionales de las universidades y la necesidad de mejorar su posicionamiento en los indicadores de ciencia y tecnología a nivel internacional. El interés es promover la internacionalización de las universidades dominicanas y que estas, aparte de formar recursos humanos, aporten hacia la construcción de una cultura del conocimiento.
Sin embargo, antes de poder pasar la primera página hacia estas loables metas, en un contexto donde escasean los recursos, sean estos humanos o materiales, y donde la inversión en investigación aún parece tener mayor asidero en el discurso (en algunos casos), las universidades dominicanas, en conjunto con el sector empresarial y el propio gobierno, deben plantearse modos para vencer uno de los grandes obstáculos para la investigación local: la falta de colaboración.
Aunque parezca contradictorio, en un mundo altamente competitivo como el de la investigación, sin colaboración no se puede llegar muy lejos.
La Dra. Giovanna Riggio, cum laude en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad Carlos III de Madrid, España, publicó un trabajo sobre los “Indicadores bibliométricos de la actividad científica de la República Dominicana”. Dicho estudio pone en evidencia la falta de colaboración entre universidades, centros de investigación e investigadores en la República Dominicana. Vale resaltar algunos datos de interés:
Para revertir esta situación, especialmente en la investigación en salud, es importante abocarnos a fortalecer cinco puntos siguientes:
En breve comentamos cada una de ellas:
Desde hace más de una década se habla de Sistemas de Investigación en Salud. Desde la perspectiva de sistema se reconoce que la rectoría de la investigación en salud debe verse integrando múltiples actores y componentes. Los gobiernos de países de altos ingresos cuentan con sistemas de investigación sólidos, pero que no consideran aumentar las capacidades de investigación de países de ingresos bajos y medianos. Por ello, países como la República Dominicana deben desarrollar políticas inspiradas en alcanzar en equidad y no copiar modelos donde prima el desarrollo económico y tecnológico sin consideraciones acerca del desarrollo humano, social y sostenible.
Es que existen serias contradicciones en la República Dominicana cuando se habla de la gobernanza en la investigación en salud. Una suerte de “no hacer nada” si se considera que el Ministerio de Salud Pública (MSP) en su historía no ha podido abrir una convocatoria de investigación con fondos propios. En el país solo existen dos centros de investigación en centros de salud públicos, los cuales son prácticamente inexistentes desde el punto de vista de la estructura orgánica y presupuestaria del MSP y del Servicio Nacional de Salud (SNS). No existen para los centros de salud especializados una normativa, ni las estructuras funcionales y operativas para la investigación, ni una ley nacional que regule la investigación en salud considerando las implicaciones clínicas, éticas y legales existentes.
Del otro lado, el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (MESCyT) excluye de su fondo de investigación (FONDOCyT) las investigaciones en salud, exceptuando aquellas que conlleven algún componente de innovación, clínico, y de tecnología. Esto es claramente insuficiente y no abarca el espectro completo sobre investigaciones en pro de la salud como lo define la Organización Mundial de la Salud.
Cada institución de educación superior, centros de salud, institutos o ONG’s del sector salud están llamadas a desarrollar políticas internas de investigación en salud. En documentos deben definir sus metas, objetivos, recursos y sistema de financiamiento, así como definir e implementar un programa de protección a las personas (o animales si fuese el caso).
Esas políticas deben incluir lo relativo a la conducta responsable en investigación, como lidiar con conflictos de interes, políticas justas de contratos de investigación, los beneficios a compartir, los derechos de autoría, etc.
Menos del 2% de los profesores a nivel universitario tienen un título de Doctorado. Ahora de esos que ostentan un título de Doctorado, cuántos están tienen las competencias y están dedicados a tiempo completo a investigar? Muy pocos. Estos datos fueron confirmados por un recien finalizado diagnóstico realizado por Asociación Dominicana de Rectores de Universidades (ADRU).
Se requiere aumentar la inversión, y la transparencia en el otorgamiento de becas, y publicar qué resultados se espera de quienes reciben estas becas y qué sistemas para motivar el retorno de estas personas formadas en el exterior para regresar a su país, pero bajo cuales condiciones? Es necesario alinear metas y medios en este sentido.
Se reconoce el aporte financiero del FONDOCyT que ha posibilitado el acceso a fondos de investigación a un número importante de investigadores dominicanos. Sin embargo, se ha reconocido las limitaciones al solo financiar una proporción de los proyectos que se presentan, y la limitación de las áreas científicas que financia excluyendo a las ciencias sociales y humanidades de manera arbitraria. Se dice que el FIES – Fondo de Investigaciones Económicas y Sociales sirve al propósito de financiar las investigaciones de corte social, más las limitaciones de este fondo son conocidas.
La responsabilidad del MESCyT como ente rector de la investigación, ciencia y tecnología no puede reducirse a ramas específicas del saber humano. Debería ir ampliando su espectro hasta abarcar las demás áreas siguiendo un modelo más consecuente con la realidad nacional donde se abra espacio al estudio de la historia, la antropología, la filosofía, las artes, la educación, etc.
La libertad de elegir un colaborador es eminentemente prerrogativa de los investigadores. Sin embargo, el Estado puede promover una política que busque premiar aquellos que no tan solo colaboren con investigadores del NORTE, sino que logren trabajar con investigadores locales y de la región latinoamericana y del Caribe.
Entendemos que el FONDOCyT favorece este tipo de prácticas colaborativas. No obstante, proponemos mayor coordinación, comunicación y complementariedad inter ministerial lo cual seria clave en temas de emergencias de salud y desastres naturales. Por ejemplo, en tiempos de la epidemia del Zika llegó al país via el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) un comunicado del Gobierno de Cánada sobre una convocatoria de investigación. Hasta el momento, no tenemos conocimiento de que investigadores locales hayan aprovechado todas las oportunidades de investigación que surgieron, esto producto de la falta de redes de investigación y de canales de comunicación entre diversos actores del gobierno dominicano, universidades y el sector privado.
En un artículo publicado en la revista Health Policy and Systems discutimos sobre algunos de estos retos éticos para la investigación colaborativa internacional en la República Dominicana.
Con la creación de la Red de Investigación de la ADRU se vislumbra un crecimiento en el intercambio científico entre las universidades dominicanas. De igual manera, debe potencializarse la inclusión del sector empresarial en las iniciativas de investigación.
Organización Dominicana especializada en ética de la investigación e integridad científica.
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